La Magia de rompernos

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Una verdad universal

Existe una verdad universal que en ocasiones pasa desapercibida y aplica para cada ser y elemento en este mundo: todo es extremadamente frágil… y se puede romper. Incluso los árboles más grandes y el muro de hormigón más duro, con la fuerza adecuada se rompen.

En las sociedades actuales, esto se ha convertido en un tabú, y se ha aspirado a esconder nuestra naturaleza frágil, esa que nos hace más humanos y auténticos, bajo la máscara de la infalibilidad y éxito. Esto ha sido algo muy cruel, pues ha hecho que varias personas conectadas con su mundo interior desconozcan que esto forma parte natural de todo ser, siendo estigmatizados y juzgados como “débiles” o “sensibles” cuando simplemente están viviendo un suceso natural en la forma que debe ser vivido.

Nos han arropado con la idea que lo que se rompe se puede reparar para volver a su estado natural. Sin embargo, se olvidan de que, cuando algo se rompe, por más que busquemos que vuelva a su estado original, esto no ocurre. Siempre habrá, visiblemente o de forma milimétrica, grietas que no lo permitirán. Además, ante la búsqueda por reparar a toda costa aquello que se ha roto, se olvidan de que, cuando algo se rompe… ¡algo mágico ocurre!

Cuando nos rompemos se crean gritas y rupturas, no vacíos

La mayoría de las veces pensamos que todo lo que se rompe se tira por que puede ser remplazado. Pero cuando somos nosotras, ¿nos podemos reemplazar? Aunque la respuesta parece obvia, en ocasiones nuestras acciones demuestran lo contrario.

Cuando sentimos que nos hemos roto, tratamos de llenar un “vacío” con una infinidad de acciones, y objetos, con el fin de crear una nueva versión de nosotras, que nos pueda ayudar a volver a la vida de antes. Sin embargo, olvidamos que cuando nos rompemos no se crean vacíos que llenar, sino grietas que sanar y piezas que pegar.

Mientras ellas no estén cerradas o pegadas, todo lo que busquemos hacer que nos llene, tarde o temprano saldrá por esas grietas o rupturas, por más grandes o pequeñas que sean. Las grietas siempre estarán presentes.

 Entonces, ¿Qué debemos hacer? Pues para nuestra fortuna, desde hace siglos, los artesanos han encontrado la respuesta en una técnica que se realiza en un elemento extremadamente frágil y poroso, la cual nos da una poderosa lección de vida

 

Tan fuertes como... ¿Una tacita de cerámica?

Existe una historia que ocurrió hace siglos, que cuenta que una vez el emperador de Japón estaba muy apegado a un objeto indispensable para su ceremonia de té, su tacita.

Un día la tacita se rompió, y la mandó a arreglar con los mejores artesanos, los cuales la repararon con burdas grapas y sin nada de delicadeza. El emperador, no contento con el resultado, buscó a una artesana local (seguramente una chica mágica milenaria), la cual creó una brillante solución.

La chica mágica sabía que era imposible que la tacita de té del emperador volviera a su forma original. Así que, en lugar de disimular sus grietas, mediante el encaje y la unión de los fragmentos con un barniz espolvoreado de oro, transformó la tacita del emperador.

La tacita se reparó, pero no era igual que antes, pues ahora sus grietas estaban espolvoreadas con polvo de oro y visibles, lo que transformó su esencia estética, evocando su desgaste y la belleza de su imperfección. El emperador quedo encantado y la Chica Mágica se convirtió en su artesana personal. Este suceso dio origen a la técnica del kintsugi.

 

Esenciales de toda Chica Mágica

Lecciones del Kintsugi

Esta apreciada técnica para reparar cerámica, que ha hecho que objetos sean más preciados que antes de romperse, no solo es bonita, sino que esconde una filosofía de vida muy importante sobre la resiliencia y del amor propio frente a las adversidades:

En nuestros procesos de sanación nunca debemos esconder nuestras rupturas y heridas, puesto que cada una tiene su importancia y merece ser visible ya que hay una belleza y magia inherente en ellas.

Por ello, cuando las adversidades nos superan, los fracasos, desamores, y perdidas aparecen; y el “azar” hace su presencia generando sucesos inoportunos que nos rompen. Debemos tener presente la gran lección del kintsugi: Frente a las adversidades y errores, hay que saber recuperarse y sobrellevar las cicatrices.

Las personas somos igual de frágiles que una tacita de cerámica, y durante nuestra vida estaremos a merced de que se generen grietas y roturas en nosotras. Aunque las rupturas emocionales no son tan fáciles de reparar como la cerámica, la técnica del kintsugi es tan mágica que la podemos aplicar para repararnos.

El kintsugi es un arte muy fino y delicado, como debe ser cualquier proceso de recuperación. No es rápido y toma su tiempo. Pero con la delicadeza adecuada y conociendo sus cuatros pasos importantes lo podemos aplicar en nuestra vida.

 

Kintsugi para resanar el alma

Paso 1: Haz una buena resina

Siempre es necesario contar con una resina que nos permita juntar las piezas y rellenar los espacios que se han creado entre ellas. 

En nuestro caso, dependiendo de la parte emocional que debamos reparar, necesitaremos una resina muy especial con diversos compuestos, entre los cuales nunca debe faltar el amor y la compasión hacia nosotras mismas.

Mezclando estos ingredientes obtendremos la base de nuestra resina para comenzar nuestro proceso de reconstrucción. Durante el proceso se pueden agregar otros ingredientes que harán que el pegado de nuestras piezas rotas sea más duradero y efectivo. Uno de esos ingredientes es reconocer las emociones y sentimientos que aparecieron al momento de rompernos, siendo conscientes de ello podremos saber cuánta resina verter y que otros elementos mezclar.

En ocasiones, un poco de nuestras lagrimas le pueden ayudar a la resina tener una consistencia más suave, lo que ayudará a que las piezas que se han roto dentro de nosotras se vuelvan a adherir más fácilmente. 

El proceso suele ser largo y si lo haces tu sola puedes cansarte. En estos casos, siempre es recomendable tener a una amiga o familiar que te quiera mucho, o a una chica mágica que tenga la disposición de ayudarte durante todo el proceso.

 

 

Paso 2: Pega bien las piezas

Con mucho cuidado, debemos usar la resina en cada una de las piezas y comenzarlas a pegar, en este proceso una debe ser meticulosa, por que las piezas en ocasiones se mueven. Por lo que es indispensable tener a la mano a una amiga o familiar que te ayude a sostener las piezas mientras viertes la resina y comienzas a juntarlas. El kintsugi emocional no busca la perfección, así que ignora cualquier pensamiento que te diga que lo estás haciendo está mal.

Evita poner presión para juntar las piezas, deja que ellas se comiencen a pegar de forma natural en el lugar que deben ir. En ocasiones deberás poner más resina para llenar las grietas, por lo que no tengas miedo de volver al paso 1. 

Una vez que comiences a sentir como las piezas se están pegando ¡Es el momento de esparcir tu polvo de oro! Este polvo es el reflejo de tu carácter por sobrellevar y vivir esa ruptura, por lo que debes agregar todo el polvo necesario para que la gente pueda ver toda la belleza que emana de ella. Cuando veas que todo se comienza a pegar. Es momento de llegar a la parte más importante: El secado.

 

 

Paso 3: El secado

Esta es la parte más importante de todo el proceso. Es de suma importancia que des el tiempo necesario para que las piezas queden bien pegadas con la resina.

No hay un tiempo específico para ello, el tamaño de la grieta y las lecciones que esta deja son un factor para determinar el tiempo de secado. ¡Así que mucha paciencia!

Mientras esperas, no te límites a observar el proceso, aunque sabemos que suele ser hermoso. Recuerda que también puedes realizar otras actividades, pues ya sabes que es solo es cuestión de tiempo para que todo se transforme.

Paso 4: observa el resultado

Cuando hayas sentido que es momento de revisar tus grietas para ver el resultado. Paradójicamente te habrás dado cuenta cómo te has vuelto física y emocionalmente más bonita que antes. Esto ocurre porque ahora está visible tu gran resiliencia y tu carácter para afrontar los obstáculos que la vida te ha puesto por delante.

Ahora, ¡estás lista para mostrar todo el oro que ahora forma parte de ti, y ser el faro de luz que muchas chicas mágicas necesitan para comenzar su propio proceso de kitsungi!

Te mandamos mucha luz y te deseamos mucho éxito en este proceso de transformación que estás viviendo.

¡Nos vemos en el próximo post!
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